sábado, 24 de abril de 2010

The Sunday Drivers en Gijón.


En la música, como en todo en esta vida, se cometen injusticias. Son de dos tipos básicamente: grandes y muy pero que muy grandes. Una injusticia grande es que triunfe un grupo malo. Pero lo que es más injusto, muchísimo más, es que quien de verdad tiene talento, quien de verdad debería llenar estadios y tener un grupo gigantesco de seguidoras preadolescentes, no triunfe. Este es un ejemplo, amigos míos.

Canciones con letra... ¿Dios mío, hace cuanto tiempo que no oía una de esas? ¿Hace cuánto tiempo que no triunfa un grupo que no se pasase la vida diciendo el indescriptible weke-weke o el estúpido roma-rarrarra de la Gaga? Tendemos a la simplicidad, al chunda-chunda de discoteca abarrotada y eso algún día será (si ya no lo es en estos mismos momentos) la perdición de la música. De la buena música.

Pero muy señores míos, no todo está perdido. No todos los grupos son así. Ayer fui a uno de los conciertos que realmente merecen la pena. Sunday Drivers. Me gustaron en sus sucesivos discos (The end of Maiden Trip, Little Heart Attacks, Tiny Telephone) pero la verdad es que no me imaginaba, ni por un momento, que el directo me fuese a gustar tanto. Sublimes. Perfectos. ¿De esa música de nueva generación que ya no existe, saben? A la una y media de la mañana, cuando llegué a casa reventado, no tenía voz. Imagínense el resto.

Amenizaba un teclista que estaba como una cabra, que se dio cabezazos contra el teclado y lo aporreaba con una fuerza que parecía ir a romperlo. Pero tenía ganas. Y eso se nota.

Un ritmo frenético a veces y lento otras, ajustándose al tempo que necesitaba cada una de las canciones. Estas canciones tan pegadizas , junto con el talento evidente que tienen, me encandiló, como quien dice. Y al resto de los asistentes también. No a todos los grupos hacen dos "bises".

En un momento del concierto, interpretaron estas canciones. La primera, está llena de alegría, la segunda de tristeza. Pero las interpretaron magistralmente. Y eso, por desgracia, no se puede captar más que en un concierto. La primera es Hola (to see the animals) y la segunda Love, our love. La primera es del disco The end of Maiden Trip y la segunda de Little Heart Attacks.

Con esta última canción, vi cómo a una chica que tenía al lado mío se le llenaban los ojos de lágrimas. No soy experto en música, ni mucho menos. Pero sé que eso no es nada fácil. Conseguir emocionar de esta forma, siendo músico, debería ser la cumbre de una carrera. No material ni monetaria, pero sí la auténtica autorrealización del hombre. Y es que todos debimos tener un poco de eso, un poco de esos little heart attacks a lo largo del concierto. Son sensacionales. Yo me abono a ellos.










(No pude hacer mejores fotos).

1 comentario:

  1. Qué conciertazo nos brindaron, Riestra. Qué grandes, no me acordaba de esta canción!

    http://blogintrece.blogspot.com

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